Las canciones
Los bises
Todo cantante que se precie, y aprecie a su público, se reserva para el final de su actuación unas piezas de propina, y no precisamente de las peores de su repertorio. Por mi parte espero no haber dado demasiado el cante durante los siete años de vida regular del blog, pero valga la metáfora como presentación de este último manojo de bendiciones musicales. Si no las escuchasteis antes el demérito es de quien os habla, porque buenas son a rabiar. (Por cierto: en Spotify hay una lista con —prácticamente— todas las canciones que he ido subiendo a lo largo de este tiempo, bises incluidos.)
19 de julio de 2022: “Our house” de Crosby, Stills, Nash & Young
Vaya racha lleváis, entre olas de covid, hiperinflación y putinadas. ¿Os habéis planteado contratar a un exorcista? Bueno, vedlo así, podría ser peor: el blog podría no actualizarse ni siquiera una vez al año. Ya, quizá no parezca mucho consuelo si comparamos con el precio del kilovatio hora, pero no os precipitéis. Porque hablamos, nada menos, que de Crosby, Stills & Nash, o, para ser más exactos, de cuando se cuartetizaron con Neil Young, nada menos, para grabar su refulgente Déjà vu. Y es que, encima, la canción es “Our house”. Nada menos. Graham Nash la escribió a finales de los sesenta, en uno de los momentos más felices de su vida, cuando él y Joni Mitchell (¡¡¡nada menos!!!) eran pareja. Todo es estrictamente verídico, banal y adorable, como el amor cuando cuaja: el jarrón que compraron en una tienda de antigüedades, el fuego que encendió Graham cuando llegaron, los gatos del patio, vasijas de mil colores en la ventana, Joni al piano componiendo alguna de sus maravillosas piezas, él embobado escuchándola.
Y ojo que aún queda un “nada menos”, el principal: quien escribe lo de abajo es nada menos que María Fernández Solana, una de las personas más extraordinarias, desde todos los puntos de vista —buenos— que podáis imaginar, que he conocido jamás. Debo decirlos que por momentos se pone un tanto mística, pero os sintetizo rápido el mensaje: si el Universo os da la oportunidad de cruzaros, alguna vez en la vida, con alguien como ella, no digamos ya con ELLA, es que le caéis muy, pero que muy simpáticos.
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Hasta donde alcanza mi memoria, en todos los recuerdos asociados a momentos vividos en mi pueblo aparecen los mismos amigos. Tener una conexión tan fuerte y duradera con tus primeros amigos es algo tan insólito y difícil que me siento una de las personas más afortunadas del mundo por ello. A lo mejor por eso estaba tan nerviosa cuando entré a la universidad: llevaba muchísimo tiempo sin hacer amigos nuevos. O a lo mejor era porque nunca se me han dado bien los cambios.
Sí, la verdad es que tengo un serio problema con eso de cambiar cosas en mi vida. Es una situación que me descoloca mucho. Envidio con todo mi ser a esas personas que, sin pestañear ni ponerse excesivamente melancólicas, se cortan radicalmente el pelo, o se mudan de ciudad para empezar en un trabajo nuevo, o lo dejan con su pareja y no vuelven a hablar con ella nunca más.
Me encantaría no tenerles miedo a los cambios porque, además, muchos de ellos son necesarios. Por eso, aunque algunos pringados sí que pestañeemos y nos pongamos excesivamente melancólicos, hay que afrontarlos. Asumido esto, a lo largo de mi vida he desarrollado una estrategia para ayudarme a ello que consiste en lo siguiente: cuando atravieso una época de turbulencias, me funciona especialmente recurrir a algo que me resulte muy familiar y que asocie a momentos de tranquilidad y de aguas calmadas. Ese algo puede tomar diferentes formas: a veces es una persona, a veces es un sitio, a veces es una actividad… No importa mucho su naturaleza. Lo relevante es que sea un concepto muy poderoso que juegue el papel de esos barrotes verticales que atraviesan el metro de arriba abajo para que la gente se sujete cuando vienen curvas; algo que me aporte la sensación de que, aunque haya cosas susceptibles de variación o desaparición, seguirá habiendo constantes en mi vida que me van a mantener en contacto con mi yo de siempre. Así somos los pringados.
Para mí, entre esas constantes a las que recurro hay dos que son infalibles. La primera de ellas es, sin lugar a dudas, el instituto donde estudié. Soy profesora de Matemáticas así que igual no tiene excesivo mérito que pensar en un instituto no me suponga un trauma. Sin embargo, ese edificio tiene reservado un lugar muy especial en mi corazón. Pasar una mañana allí, andar despacio por esos pasillos, entrar a esas aulas y tomarme un café con los profesores que me inspiraron tanto de adolescente sigue siendo, a día de hoy, una de mis mejores terapias para afrontar los cambios en mi vida. Me recuerda por qué hago lo que hago, me transporta a momentos felices y sin preocupaciones, y me aporta un chute de fuerza y de buen humor indescriptible.
La otra constante infalible es, por supuesto, mi serie favoritísima: How I met your mother. Como me la sé tan de memoria, sé hasta qué capítulo me va a venir bien ver según mi estado anímico. Es como si fuera a una heladería y eligiera un sabor diferente en función de lo que me apetece ese día. Esta —objetivamente— maravilla de serie sitúa al protagonista, Ted Mosby, en el año 2030, contándoles a sus hijos la historia de cómo cada decisión, cada acontecimiento y cada casualidad lo llevaron a conocer a la mujer de su vida. Por si no fuera suficiente con los momentazos de humor que tiene, los monólogos profundísimos por parte del protagonista al final de los capítulos, el romanticismo que se respira o el carisma de los personajes, para ser todavía más maravillosa, la serie tiene una banda sonora sublime a lo largo de sus nueve temporadas.
En particular, en la quinta aparece la canción “Our home”, de Crosby, Stills, Nash & Young, en un capítulo donde Ted se siente tan atrasado en la vida tras asistir soltero a la segunda boda de su madre que decide comprar una casa absolutamente en ruinas y reformarla. A pesar de que sus amigos ven esa compra como una de las peores decisiones de su vida, él opina que, dado que no tiene control alguno sobre cuándo va a conocer a la mujer de sus sueños y a tener a los hijos que tanto desea tener, al menos puede preparar la casa donde, cuando eso por fin ocurra, podrán tener juntos una vida perfecta y feliz.

Precisamente este es uno de los motivos por los que me encanta esta serie. Adoro esa forma que tiene Ted de decir “Universo, estoy tan seguro de que me vas a dar lo que tanto deseo que aquí te espero, preparado para cuando te rindas y decidas dármelo”. Este capítulo, enmarcado a su vez en esta canción, representa, precisamente, el enfoque adecuado a mi problema: no podemos controlar los planes que tiene el Universo para nosotros ni cuántos giros de guion se precisan para llegar al objetivo, pero sí que podemos tomárnoslos con fe; la fe de que cada uno de esos necesarios giros va a traer consigo cosas increíbles.
Y es que es verdad: los cambios dan miedo pero, al fin y al cabo, si no te mudas de ciudad para empezar en ese nuevo trabajo, nunca sabrás lo feliz que te puede hacer tu profesión; si no cierras esa relación tóxica, acabará haciéndote mucho daño; si no te cortas el pelo, con el tiempo se apagará su brillo; y, por supuesto, si no te abres a personas nuevas en la universidad, igual hasta podrías perderte conocer al amor de tu vida y saber lo que es querer hasta arriba.
24 de agosto de 2021: “St. Judy’s comet” y “Something so right” de Paul Simon
Paul Simon ya ha desfilado con su archicompinche Art Garfunkel por este blog, hasta ahí podríamos llegar, pero puede que no estéis tan al tanto de su carrera en solitario; o, tal vez, solo lo estéis por Graceland (1986), el maxipelotazo con el que introdujo los ritmos sudafricanos en el pop (“pop” significa, por supuesto, a escala industrial; Talking Heads y Peter Gabriel, por ejemplo, llevaban ya algún tiempo trajinando con esas cosas). Si es así, muy mal por vuestra parte, porque entre medias el norteamericano publicó algunos discos francamente majos, y algunas de sus canciones de esa época son tan buenas, o mejores, como las que conoce todo el mundo.
Y ahora viene mi problema. La verdad es que, con el tiempo, me he ido saltando la regla “un artista, una canción” con creciente descaro, pero al menos solía inventarme alguna excusa. Lo de hoy es, simplemente, que Simon tiene dos (ambas en There goes Rhymin’ Simon, 1973, su segundo álbum como solista) que me gustan tan igual que no veo modo de seleccionar. La primera que escucharéis, “St. Judy’s comet”, la compuso cuando nació su primer hijo. Técnicamente es una nana, imagino, aunque a tenor de la letra no parece que le funcionara mucho con el chiquillo. De hecho lo confirmó el propio músico: “No creo que sirviera para hacerle dormir en ningún momento. Los niños pequeños no se duermen con nanas, se duermen cuando están listos para ello.” Ciertamente, como garantiza la experiencia acumulada de miles de millones de desquiciados padres. Aparte de que, compréndelo Paul, pudiendo pasar la noche escuchando canciones tan chulas, ¿quién querría echarse a dormir?
St. Judit’s comet:
St. Judit’s comet / Paul Simon letra y traducción
Para la otra toca ponerse más serios. De nuevo habla el artista: “Escribí primero la melodía. Tenía varias letras posibles, diferentes títulos, diferentes asuntos. La letra original no era una canción de amor sino una especie de letra góspel. No recuerdo en qué momento llegué a la conclusión de que debería ser una canción de amor. Pero pensé que no iba a tratarse de la experiencia de una tercera persona, tenía que ser una canción muy personal. Lo que decía en ella era sincero y apropiado a cómo yo era cuando la escribí. ‘Something so right’ suena como mi propia voz, no hay en ella ni fraseo ni pronunciación estilizados, suena tal como yo hablo, como si yo mismo estuviera hablando en una canción.” Pues sí. Las circunstancias han puesto tristemente de moda lo de la “distancia social”, pero esta sofisticada y neurótica cultura nuestra lleva entrenándonos toda la vida en otra clase de distanciamiento, más sutil: hemos decretado que expresar los afectos es tabú. Es aberrante, objetivamente, y sin embargo todos, en mayor o menor medida, lo asumimos, por la simple razón de que tenemos un miedo terrible a que nos hieran. Y eso justamente, asumirlo, es lo que hace Paul Simon aquí: con la elegancia que corresponde a un superdotado musical de su calibre.
Something so right:
Something so right / Paul Simon letra y traducción
31 de diciembre de 2020: “Words” de Gregory Alan Isakov y “Wildfires” de Glass Heart String Choir
El año se nos despide con la luna embarazadísima, lo que no deja de ser curioso porque también tuvimos luna llena al inicio del confinamiento. Resulta casi simbólico, ya que la aleatoria prohibición de los iluminados de Sanidad de no poder salir siquiera a correr un rato me jorobó sobremanera. Como ya he confesado en otra ocasión, experimento una peculiar excitación cuando troto por esos carriles perdidos de Dios y me alumbra el panzón satélite, acechado por murciélagos y roedores. Visto así podría decirse que los Simón y compañía me hicieron hasta un favor, en el sentido psiquiátrico del término, pero qué demonios, todos tenemos derecho a nuestras pequeñas paranoias; que esto no es Corea del Norte, se supone.
Gregory Alan Isakov es otro pirado por la luna, si sirve como termómetro la frecuencia con que la menciona en sus canciones. Muchos lo llamarían pirado en general. Vive soltero en una granja de 12,000 metros cuadrados en Boulder, Colorado, y complementa con sus cosechas los ingresos que recibe por la música. Una música, como no podía ser de otra manera, orgánica y rural, que graba (últimamente también allí) con el mismo mimo con que cuida de su huerto. ¿Pirado? O visionario. Porque el título del disco de 2009 donde viene esta canción no pudo, por desgracia, venir más a cuento durante el encierro: This empty northern hemisphere. Disfrazada de añoranza por un amor perdido, “Words” reivindica el enorme poder, casi taumatúrgico, de las palabras. Las suyas son tan sencillas como eficaces, lo que no es casual: los buenos poetas nunca las precisaron rebuscadas.
Words / Gregory Alan Isakov
Words / Gregory Alan Isakov letra y traducción
Como bis, y casi como SOS, otra de lunas y palabras, vale que anaranjadas las primeras y atropelladas las segundas. Glass Heart String Choir (“choir” es un eufemismo; en realidad son un dúo) hacen una especie de pop “cinematográfico” —así lo describen ellos—, muy marcado por la formación clásica de ambos. Lo de pop, por “popular”, es un eufemismo aún mayor. Hace una década (entonces se hacían llamar The Thoughts) publicaron un par de álbumes que no escuchó ni el Tato. En 2018 reaparecieron con otro nombre (como quien se arruina y monta un nuevo negocio de extranjis para que los acreedores no lo descubran) y esta canción, “Wildfires”, cuyo perfectamente descriptible éxito hace temer que volverán a esfumarse pronto. Por si acaso, disfrutemos mientras se pueda de la multitalentosa (¡violín, chelo, arpa, piano…!) Katie Mosehauer y, muy especialmente, de la voz de Ian Williams, tan blanca y diáfana como el resplandor de la luna llena.
Wildfires / Glass Heart String Choir
Wildfires / Glass Heart String Choir letra y traducción
Caducado este presuntamente aciago 2020, y sin ánimo de frivolizar, he de decir que no ha sido para tanto en lo que a mí respecta. A fin de cuentas, nadie a quien aprecio ha enfermado gravemente por el virus; y, sobre todo, ha aparecido ahí arriba una nueva luna, de trillones de vatios de potencia, que volatilizó en un suspiro todas las oscuridades de la pandemia, y las demás oscuridades.
Esta, of course, es para ti, brujica.
2 de enero de 2020: “Jul, jul, strålande jul” de Euphonics, “Lovefool” de The Cardigans, “One” de Nilsson, “Impromptu V” de Jean Sibelius y “Love is blind” de Dustin Tebbutt —con vídeo—
Nos ha amanecido brumoso el año, cosa rara por estas tierras pero conveniente al actual perfil ectoplásmico del blog. En Navidad siempre he tenido la sana (u hortera, según se mire) costumbre de programar música acorde a la temporada, y a estas alturas de la posvida no vamos a improvisar novedades. Así que a rebufo de esta climatología intempestiva marchamos a la escarchada Escandinavia, a Suecia para ser exactos, de donde os he descongelado un villancico famosísimo (famoso allí, se entiende, no sé a cuánto de famoso en general equivale eso…) titulado “Jul, jul, strålande jul”, o sea “Navidad, Navidad, gloriosa Navidad” solo que en sueco, que queda considerablemente más estiloso. Gustaf Nordqvist y Edvard Evers lo compusieron en 1921 y en realidad ya había sido mencionado aquí, en concreto en el apartado “Más canciones redondas de…” de mi entrada sobre Paul Winter. La versión del saxofonista estadounidense es bastante libre, hasta en el nombre (“Swedish song”), pero hoy prefiero algo más ranciote y esta adaptación de Euphonics (el grupo de jazz vocal de la Escuela Superior de Música Franz Liszt, en Weimar, Alemania) es justo la que me conviene; bastante respetuosa con la partitura original y no obstante con un toque chispeante y élfico. La calidad de las voces, por cierto, haría palidecer de envidia a algún que otro arcángel…
Jul, jul, strålande jul / Euphonics
Jul, jul, strålande jul / Euphonics letra y traducción
Hacía tiempecillo que no subía ninguna canción (le estoy empezando a coger el gusto a esto de la jubilación bloguera), y ya metido en faena os propongo un maratón temático con el país de los premios Nobel como común denominador. Sin gozar (ni de lejos) de la apabullante repercusión de ABBA, The Cardigans se hicieron un hueco en la escena pop de los noventa con un estilo que recuerda un poco a otro sonado invento sueco, los muebles IKEA: de primeras simplón y baratero, pero con más fundamento del que pronosticarías por el precio. Concretando, The Cardigans se distinguen del resto de las opciones (en su gama) del mercado por el curioso contraste entre la luminosidad de las melodías y lo tristón de las letras, realzado por unos arreglos algo oblicuos y muy bien pensados. La suequidad imprime carácter, aunque también cuenta la insólita hoja de servicios de los dos miembros fundadores, el guitarrista Peter Svensson y el bajista Magnus Sveningsson, que habían tocado juntos en una banda de heavy metal y no obstante eran expertos en teoría musical y jazz. A continuación tenéis el más exitoso de sus temas que, para no variar, rezuma ciclotimia: la efervescente Nina Persson parece a punto de irse de finde a esquiar, cuando lo cierto que es que sufre un cuelgue de lo más preocupante. Es lo que pasa con estos nórdicos, que lideran todos los rankings oficiales de felicidad pero luego se suicidan como lemmings.
Lovefool / The Cardigans
Lovefool / The Cardigans letra y traducción
Lo de los lemmings ha quedado bastante bruto, pero es lo que hay. Qué culpa tendrán ellos, me diréis: con tan pocas horas de sol al año hasta Paulo Coelho estaría de bajón. Sin duda, pero en el ADN vikingo hay algún gen kamikaze seguro, y si no explicadme lo de Harry Nilsson, cuyo índice de suequidad en sangre se limitaba al 50% heredado de sus abuelos paternos, aparte de que vivió casi toda su vida en la radiante California, y aun así se hizo trizas sus magníficas cuerdas vocales (y buena parte del resto del cuerpo), a base de alcohol y coca, cuando estaba en el apogeo de su carrera. Y cuando digo apogeo, digo APOGEO: en 1968, durante una entrevista, John Lennon y Paul McCartney declararon que Nilsson era su artista y grupo favoritos de América. Tiene sentido, porque la traviesa bulimia zampa-géneros que caracteriza al Álbum blanco es la misma, con el debido respeto, que encontramos en los primeros discos del semisueco. (Su gusto por el “más difícil todavía” también debía ser genético: los mentados abuelos trabajaban de acróbatas en un circo. En cuanto a su idilio con los de Liverpool, se extendió a lo personal. John y Ringo compartieron no pocas épicas cogorzas con él y más tarde, cuando vinieron las vacas flacas, maniobraron para conseguirle un contrato discográfico decente.) Las dos canciones que le hicieron archifamoso, “Everybody’s talkin'” y “Without you”, son versiones galácticamente mejoradas de temas ajenos, pero Lennon y McCartney no le habrían admirado tanto si no hubiese sido capaz de escribir música tan estupenda como la de “One”. (Lo que vais escuchar, por cierto, es otra versión, en este caso de sí mismo. Nilsson la grabó primero en 1968 para Aerial Ballet, y en 1971 sacó un álbum de remixes, Aerial Pandemonium Ballet, donde le quedó todavía más pulida.) La aritmética del texto presenta ciertas lagunas (lo de “uno es un número dividido por dos” qué es, ¿0.5?), pero el armazón armónico es más que interesante porque los cuatro acordes básicos son exactamente los mismos, descontando la tonalidad, que los de la célebre versión de “The house of the rising sun” popularizada por los Animals. Si ambas canciones parecen tan distintas es por la línea del bajo, ascendente en el caso del espiritual, como corresponde a un pecador arrepentido que alerta a los incautos de los peligros de la carne. En “One”, por el contrario, desciende (¿recordáis lo del bajo de lamento?), conjurando las incurables melancolías del amor perdido. No esperaríamos menos de un tipo cuyo apellido acaba en “-sson”.
One / Nilsson
One / Nilsson letra y traducción
Y sí, Jean Sibelius también era sueco, por mucho que los fineses lo aclamen como un héroe nacional, principalmente por su poema sinfónico Finlandia, cuya publicación en 1899 inflamó los anhelos independentistas de un país sometido por entonces al dominio del Imperio ruso. La cosa es que Sibelius pertenecía a la minoría de habla sueca que habita Finlandia desde la Edad Media (aproximadamente un 5% de su actual población), una etnia fuertemente diferenciada de la mayoría suomi un poco al estilo de los québécois canadienses, aunque sin la cansina fijación separatista de estos. En cierto modo, Sibelius era de todos sitios y de ninguno: porque la negativa de la Filarmónica de Viena a enrolarlo como violinista le hizo abandonar sus sueños de intérprete solista para dedicarse a la composición; inspirándose en la tarjeta de visita de uno de sus tíos, marino de profesión, afrancesó su nombre (Johan Julius Christian) en sus años de estudiante; ejerció una importante influencia en destacados compositores británicos de la época, notablemente Vaughan Williams; y lo pusieron a parir críticos de Estados Unidos, Alemania y Polonia, alguno de los cuales llegó a llamarlo “el peor músico del mundo” (a lo que Sibelius replicó, imperturbable, que a ningún crítico le habían hecho nunca una estatua). A ver, su obra para piano, cuando menos, es bastante irregular, quizá por no tratarse de su instrumento natural, aunque según testimonios de la época sus improvisaciones al teclado (una vez pimplada la suficiente cantidad de borgoña, sueco, recordad) eran un verdadero espectáculo, y quién sabe si el asombroso impromptu que escucharéis a continuación, uno de los seis que escribió, surgió de una de esas etílicas veladas (el impromptu es una forma musical pensada para inducir en el oyente, precisamente, la sensación de improvisación). Aunque no esa la sensación que a mí me inspira la pieza, más bien al contrario: son las feéricas aguas, tan transparentes como misteriosas, de uno de los miles de lagos que abarrotan Finlandia, las que me vienen a la cabeza. Frente a uno de ellos, por cierto, Sibelius construyó la casa donde vivió la mayor parte de su vida.
(N.B. Piano: Leif Ove Andsnes)
Impromptu V / Jean Sibelius
Impromptu V / Jean Sibelius
Entre unas cosas y otras se nos han caído las reservas de vitamina D; en Australia, con el verano a punto de estrenar, no tendríamos ese problema. De allí es oriundo nuestro último artista de la mañana, si bien la conexión boreal está garantizada por los dos años que pasó en Estocolmo. Allí fue donde escribió sus primeras y naturalmente mortecinas canciones, muy al socaire, aunque sin la misma chispa, de Bon Iver. Pero en 2015 volvió a su tierra, se enamoró perdidamente y escribió, a tope de oxitocina, su álbum First light, con el que dio un gozoso giro a su carrera que prolongó en 2018, a Odín gracias, con el precioso single “Love is blind”. El chaval va tan crecido que hasta se atreve a bailar en el simpatiquísimo vídeo promocional, cuyo visionado os recomiendo con urgencia. Entre otras cosas, porque con tanta chica de rojo queda hasta decorativo; como una flor de pascua recién plantada en el blog.
Love is blind / Dustin Tebbutt
Love is blind / Dustin Tebbutt letra y traducción
30 de julio de 2019: “To one in Paradise” de The Alan Parsons Project
Sin renunciar (para nada) a la endémica bizarría del subgénero, la clara vocación pop de The Alan Parsons Project hace de este grupo uno de los más inusuales del rock progresivo. Lo más inusual, por supuesto, es que no era un grupo: ni actuaba en directo ni tenía miembros formales aparte de sus dos artífices, Alan Parsons y Eric Woolfson. Cuando se conocieron, allá por 1974, Parsons era ya un ingeniero de sonido reputadísimo, no en vano había trabajado con los Beatles en Abbey Road y Let it be y estado a los mandos de The dark side of the moon, la opera magna de Pink Floyd, a la que aportó mucho más que mera sabiduría técnica. En paralelo su frustración como creador crecía, porque sometido a los dictados de la estrella de turno no podía dar rienda suelta a sus ideas. Y así es como nace el “proyecto”: Woolfson, un compositor de amplio espectro y (como demostrarían los años) considerable talento, escribiría las canciones; Parsons se ocuparía de la producción; se contratarían los músicos de estudio más adecuados para cada pieza; y ambos tendrían control absoluto sobre el producto final. En principio no iba a ser más que un álbum, Tales of mystery and imagination, inspirado en el universo poético y narrativo de Edgar Allan Poe; acabaron siendo diez, con un total de más de cincuenta millones de copias vendidas.
Otro chocante detalle del “grupo” es la omisión de Woolfson en su nombre. Fue consensuado, a sabiendas de que con la marca “Parsons” sería más fácil vender la idea a las discográficas. El músico diría más tarde que fue la mejor y la peor decisión de su carrera; la mejor, porque pudo disfrutar del éxito económico y artístico sin las servidumbres de la fama; y la peor, por el mismo motivo: nadie sabe quién es Eric Woolfson. En discos posteriores se dio el gusto, al menos, de cantar algunos de los temas más famosos del tándem, como “Time”, “Eye in the sky” o “Don’t answer me”; en Tales of mystery and imagination, del que he seleccionado su precioso corte final, ni eso. Vale, casi ni eso. En vez de un lamento por la amada perdida, conforme al poema homónimo de Poe, Woolfson relee “To one in Paradise” como un réquiem por el propio Poe, y su voz emerge por un instante: es él quien canta lo de “Cold sands of time / Shall hide what is left of me” (“Las frías arenas del tiempo / Ocultarán mis restos”). Visto cómo sucedieron las cosas, y especialmente tras morir de cáncer en 2009, suena a premonición.
To one in Paradise / The Alan Parsons Project letra y traducción
25 de mayo de 2019: “Excuse me” de Salvador Sobral
Estoy por decir que (con la posible excepción del pack de abdominales de José María Aznar y el desembarco de la Pantoja en Supervivientes) el triunfo de Salvador Sobral en el festival de Eurovisión de 2017 es el más dislocado e improbable evento de nuestra reciente historia peninsular. De hecho, Sobral milita en las exactas antípodas musicales de este aberrante circo televisivo, como verá de inmediato quien escuche Excuse me, el único disco que tenía publicado en ese momento (acaba de aparecer un segundo, Paris, Lisboa, todavía menos comercial). A falta de término más preciso, Excuse me podría describirse como jazz, pero el estilo de Salvador es difícil de geoposicionar; un estilo perfilado en locales mallorquines de poco vuelo primero, reforzado luego con estudios musicales más serios en Barcelona, que tanto se nutre del cool after hours de Chet Baker (su gran héroe musical) como de referentes culturalmente más próximos tipo los Veloso (Caetano o Rui). A todo esto, a Mallorca había escapado desde su Lisboa natal para estudiar Psicología, gravemente alérgico al triunfitismo a raíz de su (exitoso) paso por un show de jóvenes talentos de una televisión portuguesa.
Sobral acabó en Eurovisión de rebote, llevado a rastras por su hermana Luísa al preclasificatorio, sin otra intención que promocionarse un poco a ver si así empezaban a comprarle el disco. Luísa Sobral es una cantautora más que estimable y su tema, “Amar pelos dois”, era tan bonito que Salvador no pudo negarse; era tan bonito, que ganó; era tan bonito, que arrasó en Eurovisión con la mayor puntuación concedida jamás a una canción en la larga historia de este evento. El chaval anda bastante arrepentido (ha llegado a decir que aquello fue “su prostitución”), pero yo me quedo con la parte positiva: si hasta un cártel tan descerebrado como el de los eurofans es capaz de percibir que “Amar pelos dois” es un manjar comparado con el rancho que habitualmente les sirven, entonces hay cierta esperanza para nuestro planeta. Y ojo porque “Amar pelos dois” es buena, pero con un arreglo menos esponjoso aún sonaría mejor. Casi tan bien como esto:
1 de mayo de 2019: “Sechs Klavierstücke – Intermezzo in A-Dur” de Johannes Brahms
Fue Hans von Bülow, el célebre director de orquesta, el que acuñó lo de “las tres bes” y “la sagrada trinidad” para aglutinar a quienes consideraba los grandes pilares de la música: Bach, Beethoven y Johannes Brahms. Una obvia exageración en lo concerniente al tercero, con independencia de que este sea uno de los sobresalientes del diecinueve, aunque von Bülow lo decía en parte para fastidiar a Wagner, que le había sisado (y hasta embarazado) a su mujer. Wagner, en efecto, se había erigido en el líder de una moderna generación de compositores que reivindicaba el reemplazo de las estructuras musicales clásicas por otros formatos, como el poema sinfónico, más afines al espíritu de los nuevos tiempos; Brahms, en cambio, defendió a ultranza las formas clásicas, que juzgaba perfectas, durante toda su carrera. La diferencia de enfoque era también conceptual: al romanticismo furibundo y personalista de Wagner y Liszt, Brahms oponía una visión mucho más racionalista de la composición, ajena a modelos literarios y turbulencias autobiográficas.
Turbulencias, por cierto, que no escasearon en su vida, y entre las que es inevitable destacar su embelesamiento (no está claro si solo platónico) por Clara, la esposa —catorce años mayor que Johannes— de su grillado mentor Schumann. La compleja relación se prolongó durante décadas, con algunas interesantes variaciones (durante una temporada anduvo prendado de Julie, una de las hijas (!!!) de los Schumann); incluso en 1893, ya sesentón, le dedicó uno de sus últimos trabajos, las Seis piezas para piano, op. 118, del que he extraído su emotivo intermezzo en la mayor en versión de Murray Perahia. Sería todo lo racionalista que se quiera, pero si esta pieza no rezuma amor del primero al último pentagrama lo disimula de escándalo.
17 de marzo de 2019: “Once in a while” y “Half the perfect world” de Madeleine Peyroux
Aunque los científicos del futuro clonen a Billie Holiday el sucedáneo nunca estará a la altura del original, porque años y años de arroyo, desamor y autodestrucción no se simulan en el laboratorio así como así. La buena noticia es que no hace tanta falta, porque tenemos a Madeleine Peyroux. Hija de unos excéntricos profesores universitarios estadounidenses, él de teatro y ella de francés, Madeleine se instaló con su madre en París tras su divorcio, y a los quince años (tras fugarse de un internado) ya se ganaba la vida como música callejera en el Barrio Latino. La aparición de su álbum debut, Dreamland (1996), produjo un pequeño torbellino en las aguas, por lo general calmosas, del jazz y el blues, y no solo porque negociaba los estándares de estos géneros con una veteranía impropia de sus 22 años: ¡es que su timbre tenía un parecido preternatural con el de Lady Day! Desde entonces, y con algún curioso altibajo que otro (tras Dreamland desapareció ocho años de la circulación, no está muy claro si entregada a la lectura y la religión o recorriendo los Estados Unidos en furgoneta), ha consolidado un estilo inconfundible que, aunque respeta las tradiciones vocales de la vieja generación, aporta una sensibilidad moderna donde caben el folk, revisiones de artistas tan heterogéneos como Bob Dylan, Leonard Cohen o Elliott Smith, y composiciones propias. “Once in a while” es una de estas últimas, cofirmada, con la brillantez que cabía esperar, por Jesse Harris y Larry Klein, un decatleta de la industria que lo mismo toca el bajo en un disco de Peter Gabriel, está casado doce años con Joni Mitchell, o gana cuatro Grammys como productor. Una de amores averiados, como casi siempre, pero con la placidez bienhumorada de quien ha visto pasar de todo bajo los puentes del Sena.
Once in a while:
Once in a while / Madeleine Peyroux letra y traducción
¿He mencionado a Leonard Cohen? La verdad es que he tenido un poco de mala conciencia al respecto todos estos años. Dios, ¿cómo no va a aparecer él en el blog? Qué queréis que os diga, una de esas cosas que sabes que hay que hacer pero que vas aplazando para pronto porque, reconozcámoslo, no apetecen. Ya está dicho: Leonard Cohen no apetece; simplemente porque sus melodías, no osad llevarme la contraria en esto, son de lo más insulsas. Ya, ha escrito montones de letras sublimes, hasta le dieron un Príncipe de Asturias de Literatura por ellas, eso debería contar algo. Y en los minutos de descuento, ya veis, me ha venido la inspiración. Porque en 2006 Anjani Thomas, una cantante, compositora y pianista hawaiana que llevaba más de dos décadas trabajando con Cohen (se la escucha en los coros de su célebre “Hallelujah”, por ejemplo), redondeó su colaboración con un singular álbum, Blue alert, donde musicaba e interpretaba un puñado de textos del maestro, que asimismo ejerció de productor. El disco debió de gustarle lo suyo a Madeleine Peyroux, que usó dos de sus temas (y el fantástico título de uno de ellos) para su Half the perfect world, precisamente el elepé donde aparece “Once in a while”. A la versión original de “Half the perfect world” le falta, en mi opinión, bastante sangre, pero Madeleine la clava. Y como esta melodía sí es brillante, declaro a Leonard Cohen oficialmente convalidado en el blog.
Half the perfect world:
Half the perfect world / Madeleine Peyroux letra y traducción
Larguissimo expressivo
17 de febrero de 2019: “Al otro lado del río” de Jorge Drexler
25 de enero de 2019: “Should have known better” de Sufjan Stevens (y “Morning has broken” de Cat Stevens)
25 de diciembre de 2018: “Just the way you are” de Billy Joel (más “Wrapped up in books” de Belle and Sebastian y “Have yourself a merry little Christmas” de Ben Laver)
16 de agosto de 2018: “Methuselah” de San Fermin (y “Harvest moon” de Neil Young)
15 de octubre de 2018: “Make it with you” de Bread (más “Slow like honey” de Fiona Apple y “Just my imagination” de The Cranberries)
8 de septiembre de 2018: “A house is not a home” de Luther Vandross (y versión de Bill Evans)
10 de agosto de 2018: “Lonely stranger” de Eric Clapton (y “Nocturne” de Nigel Hess)
21 de julio de 2018: “Love letters – Gold and silver” de Bern Herbolsheimer (más “Blessed” de Bern Herbolsheimer y “Trois gymnopédies” de Erik Satie)
19 de junio de 2018: “You go to my head” de Art Pepper (y “Guinnevere” de Crosby, Stills & Nash)
17 de mayo de 2018: “The promised land” de Bruce Springsteen (y “Blue moon” de Beck)
15 de abril de 2018: “Sometimes it snows in April” de Prince
18 de marzo de 2018: “One for my baby (And one more for the road)” de Frank Sinatra (y “No veo na” de No Me Pises Que Llevo Chanclas)
17 de febrero de 2018: “What you want” de Kenny Feinstein (y “Waterfall” de The Stone Roses)
26 de enero de 2018: “Pancho and Lefty” de Townes Van Zandt
1 de enero de 2018: “Concerto op. 6 no. 8” de Arcangelo Corelli (más “Or nous dites, Marie” de Marc-Antoine Charpentier y “Concerto op. 3 no. 12 – Largo” de Francesco Manfredini)
15 de diciembre de 2017: “Softly, William, softly” de Dave Brubeck (e “In your own sweet way” de Wes Montgomery)
18 de noviembre de 2017: “A change is gonna come” de Aretha Franklin (y vídeo de “(You make me feel like) A natural woman” de Aretha Franklin)
24 de octubre de 2017: “Terrapin” de Syd Barrett (más “Fantasiestücke, op. 12 – Des Abends” de Robert Schumann y “Goldberg-Variationen – Aria” de Johann Sebastian Bach)
16 de agosto de 2017: “Tristan und Isolde – Vorspiel & Liebestod” de Richard Wagner (y vídeo del aria cantada por Waltraud Meier)
20 de julio de 2017: “Thirteen” de Big Star (y “Mad about the boy” de Dinah Washington)
17 de junio de 2017: “The once and future carpenter” de The Avett Brothers (y “(They long to be) Close to you” de Carpenters)
24 de mayo de 2017: “Lyin’ eyes” de Eagles (más “One love at a time” de Vinyl Kings y “Free as a bird” de los Beatles)
1 de mayo de 2017: “Lover man” de Charlie Parker (y versiones de Julie London y de Stéphane Grappelli y Michel Petrucciani)
10 de abril de 2017: “No me importa nada” de Luz Casal
16 de marzo de 2017: “28 years” de The Watanabes (más “Over romantic” de The Watanabes —con vídeo— y “Nuovo Cinema Paradiso” de Ennio Morricone)
16 de febrero de 2017: “Since I’ve been loving you” de Led Zeppelin
25 de enero de 2017: “Late swallows” de Frederick Delius (y “Save me” de Aimee Mann)
6 de enero de 2017: “Falling / Laura Palmer’s theme” de Angelo Badalamenti (más “Blue velvet” de Bobby Vinton, “Wicked game” de Chris Isaak y “Snowfall” de Henry Mancini)
18 de diciembre de 2016: “Perpetuum mobile” de la Penguin Cafe Orchestra
23 de noviembre de 2016: “Sovay” de Andrew Bird (y “Truth lies low” de Andrew Bird)
31 de octubre de 2016: “Deep night” de Art Tatum
15 de octubre de 2016: “Hourglass” de Nightnoise
24 de septiembre de 2016: “L’estro armonico, concerto no. 11” de Antonio Vivaldi
2 de septiembre de 2016: “Cruel” de Prefab Sprout
18 de agosto de 2016: “Occapella” de Ringo Starr (y “Southern nights” de Allen Toussaint)
26 de julio de 2016: “Elephant gun” de Beirut (e “In the aeroplane over the sea” de Neutral Milk Hotel)
12 de julio de 2016: “Make my” de The Roots (y “Ein Sommernachtstraum – Notturno” de Felix Mendelssohn)
19 de junio de 2016: “Sweet Georgia Brown” de Small Jazz Band (y “Do you know what it means to miss New Orleans?” de The Dixie Jazz Stompers)
3 de junio de 2016: “The Blue” de David Gilmour
20 de mayo de 2016: “Il giardino proibito” de Sandro Giacobbe
8 de mayo de 2016: “A step you can’t take back” de Keira Knightley
1 de mayo de 2016: “They dance alone (Cueca solo)” de Sting
16 de abril de 2016: “Your song” de Elton John
7 de abril de 2016: “Calling you” de Jevetta Steele (y “Wuthering Heights” de Kate Bush)
25 de marzo de 2016: “Requiem – In Paradisum” de Maurice Duruflé
18 de marzo de 2016: “Love me or leave me” de Nina Simone (y “My baby just cares for me” de Nina Simone)
4 de marzo de 2016: “Reasons to be cheerful, part 3” de Ian Dury & the Blockheads
21 de febrero de 2016: “Life on Mars?” de David Bowie (y “Comme d’habitude” de Le Grand Baiser)
10 de febrero de 2016: “Instinto humano” de Chambao
27 de enero de 2016: “Sinfonie Nr. 6 – Andante moderato” de Gustav Mahler (y “Pavane pour une infante défunte” de Maurice Ravel)
17 de enero de 2016: “Moonlighting (Theme)” de Al Jarreau
5 de enero de 2016, especial bicentenario:
“Violinkonzert Nr. 1 in E-Dur – Allegro” de Johann Sebastian Bach
“Suite bergamasque – Clair de lune” de Claude Debussy
“Summertime” de Louis Armstrong y Ella Fitzgerald
“Desafinado” de Stan Getz y João Gilberto
“Prelude: song of the gulls” de King Crimson
“Let’s stay together” de Al Green
“I hope that I don’t fall in love with you” de Tom Waits
“Round midnight” de Herbie Hancock y Bobby McFerrin
“Parlez-moi d’amour” de Mark Isham
“Imitation of life” de R.E.M.
Lento ma non troppo
20 de diciembre de 2015: “The scientist” de Coldplay (y “Christmas lights” de Coldplay)
22 de noviembre de 2015: “Mad world” de Gary Jules y Michael Andrews (y “Watch the sunrise” de Big Star)
1 de noviembre de 2015: “If she wants me” de Belle and Sebastian
11 de octubre de 2015: “Maple leaf rag” de Scott Joplin
20 de septiembre de 2015: “Foolish love” de Rufus Wainwright (más “I can’t make you love me” de Bonnie Raitt y “I’m not in love” de 10cc)
30 de agosto de 2015: “Sunny afternoon” de los Kinks
14 de agosto de 2015: “Last goodbye” de Jeff Buckley
29 de julio de 2015: “Ripples” de Genesis
14 de julio de 2015: “Sinfonie Nr. 6 – Szene am Bach” de Ludwig van Beethoven (y “Streichquartett Nr. 13 – Cavatina” de Ludwig van Beethoven)
20 de junio de 2015: “Never never gonna give ya up” de Barry White
31 de mayo de 2015: “Vendome” de The Modern Jazz Quartet (versiones de 1952 y 1960)
2 de mayo de 2015: “Mr. Sandman” de The Chordettes (y versiones de Chet Atkins y de Emmylou Harris, Dolly Parton y Linda Ronstadt)
11 de abril de 2015: “King Herod’s song” de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice (dos versiones, en inglés —con vídeo de la película— y en español)
30 de marzo de 2015: “Miss Misery” de Elliott Smith
8 de marzo de 2015: “Las bienaventuranzas” de Vladimir Martynov
14 de febrero de 2015: “Christmas card from a hooker in Minneapolis” de Tom Waits
25 de enero de 2015: “Embraceable you” de Sarah Vaughan
5 de enero de 2015: “Fairytale of New York” de The Pogues
26 de diciembre de 2014: “The holly and the ivy” de George Winston
18 de diciembre de 2014: “’39” de Queen (más “Love of my life”, “You take my breath away” y “My melancholy blues” de Queen)
29 de noviembre de 2014: “Pongamos que hablo de Madrid” de Joaquín Sabina (y “Peces de ciudad” de Joaquín Sabina)
22 de noviembre de 2014: “You sent me flying” de Amy Winehouse
29 de octubre de 2014: “Sonate für Arpeggione und Pianoforte – Adagio” de Franz Schubert (más “Ständchen” de Franz Schubert y Franz Liszt y “Trois études de concert – Un sospiro” de Franz Liszt)
12 de octubre de 2014: “Flor d’luna” de Santana
21 de septiembre de 2014: “Kothbiro” de Ayub Ogada
6 de septiembre de 2014: “Lament” de J.J. Johnson (y “Softly, as in a morning sunrise” de J.J. Johnson & Al Grey)
18 de agosto de 2014: “Little wing” de The Jimi Hendrix Experience (dos versiones, la original y la de South Austin Jug Band)
7 de agosto de 2014: “Dido’s lament” de Henry Purcell (versión original y adaptación de L’Arpeggiata)
23 de julio de 2014: “Por fin he vuelto a ti” de Bloque
7 de julio de 2014: “She’s electric” de Oasis
22 de junio de 2014: “In the summertime” de Mungo Jerry
7 de junio de 2014: “Sicilienne, op. 78” de Gabriel Fauré
21 de mayo de 2014: “Almost blue” de Chet Baker (y “God give me strength” de Elvis Costello y Burt Bacharach)
8 de mayo de 2014: “The circle game” de Joni Mitchell
26 de abril de 2014: “Sweet baby James” de James Taylor
20 de abril de 2014: “Moondance” de Van Morrison
17 de abril de 2014: “Milonga del ángel” de Astor Piazzolla
5 de abril de 2014: “Quinteto de flauta op. 19 nº 1 – Minué” de Luigi Boccherini (y “Quinteto de cuerda op. 11 nº 5 – Minuetto” de Luigi Boccherini)
23 de marzo de 2014: “Good times” de Chic
13 de marzo de 2014: “Lush life” de John Coltrane y Johnny Hartman (y versión instrumental de John Coltrane)
1 de marzo de 2014: “Rhapsody on a theme of Paganini – Variation 18” de Sergei Rachmaninoff
15 de febrero de 2014: “Do you really want to be in love” de Josh Rouse (y “Quiet town” de Josh Rouse)
31 de enero de 2014: “Coney Island baby” de Lou Reed
18 de enero de 2014: “Unravel” de Björk
12 de enero de 2014: “Holocene” de Bon Iver
1 de enero de 2014: “Christmas time is here” de Vince Guaraldi (dos versiones, la cantada y la instrumental)
22 de diciembre de 2013: “O mio babbino caro” de Giacomo Puccini
8 de diciembre de 2013: “How blue can you get?” de B.B. King (y “The thrill is gone” de B.B. King —con vídeo—)
23 de noviembre de 2013: “Cemetry gates” de los Smiths
Allegro con brio
17 de noviembre de 2013: “All things must pass” de George Harrison
10 de noviembre de 2013: “Brandenburgische Konzert Nr. 5 – Allegro” de Johann Sebastian Bach (y “Orgelbüchlein – Ich ruf zu dir Herr Jesu Christ” de Johann Sebastian Bach)
3 de noviembre de 2013: “Sailing to Philadelphia” de Mark Knopfler
27 de octubre de 2013: “Computerliebe” de Kraftwerk
20 de octubre de 2013: “Body and soul” de Billie Holiday (y vídeo de “Fine and mellow” de Billie Holiday)
13 de octubre de 2013: “La canción del invitado indio” de Nikolai Rimsky-Korsakov (y “Song of India” de Tommy Dorsey)
6 de octubre de 2013: “Unfinished sympathy” de Massive Attack (y vídeo de la canción)
29 de septiembre de 2013: “These foolish things” de Bryan Ferry
22 de septiembre de 2013: “Mr. Tambourine Man” de Bob Dylan (y “Like a rolling stone” de Bob Dylan)
15 de septiembre de 2013: “I shot the sheriff” de Bob Marley and the Wailers
8 de septiembre de 2013: “Adagio de Espartaco y Frigia” de Aram Khachaturian
1 de septiembre de 2013: “La mer” de Charles Trénet
25 de agosto de 2013: “The walk” de Mayer Hawthorne
18 de agosto de 2013: “Blue in green” de Miles Davis
11 de agosto de 2013: “Kiss me” de Sixpence None the Richer
4 de agosto de 2013: “Konzert in A-Dur für Klarinette und Orchester – Adagio” de Wolfgang Amadeus Mozart
28 de julio de 2013: “Hide in your shell” de Supertramp (y “Casual conversations” de Supertramp)
21 de julio de 2013: “Tío Sabas (Tarantas)” de Paco de Lucía
14 de julio de 2013: “Gaucho” de Steely Dan (y “The journey home” de Keith Jarrett)
7 de julio de 2013: “Summer’s cauldron / Grass” de XTC
30 de junio de 2013: “Cry me a river” de Ella Fitzgerald (y versión original de Julie London)
23 de junio de 2013: “In dulci jubilo” de Mike Oldfield
16 de junio de 2013: “Cuarteto de cuerdas n.º 1 en re mayor – Andante cantabile” de Pyotr Ilyich Tchaikovsky
9 de junio de 2013: “Man is the baby” de Antony and the Johnsons
2 de junio de 2013: “Fever” de Elvis Presley (más vídeo de la canción de Peggy Lee y “Hound dog” de Elvis Presley)
26 de mayo de 2013: “Je suis seul ce soir” de Signor Jazz
19 de mayo de 2013: “Take me to the river” de Al Green
12 de mayo de 2013: “Summa” de Arvo Pärt
5 de mayo de 2013: “Tuxedo Junction” de Glenn Miller
28 de abril de 2013: “Beautiful boy (Darling boy)” de John Lennon
21 de abril de 2013: “Diez razones para vivir” de Danza Invisible
14 de abril de 2013: “This must be the place (Naive melody)” de Talking Heads (y “Once in a lifetime” de Talking Heads —con vídeo—)
7 de abril de 2013: “Solsbury Hill” de Peter Gabriel
31 de marzo de 2013: “Symfonia pieśni żałosnych – Lento e largo-Tranquillissimo” de Henryk Górecki
24 de marzo de 2013: “Run on” de Moby
17 de marzo de 2013: “This will be our year” de los Zombies (dos versiones, la original y la de The Beautiful South)
10 de marzo de 2013: “Tin Pan Alley” de Stevie Ray Vaughan
3 de marzo de 2013: “A horse with no name” de America
24 de febrero de 2013: “Ombra mai fu” de Georg Friedrich Händel
17 de febrero de 2013: “Shoot the moon” de Norah Jones
10 de febrero de 2013: “Sentimiento de amor” de Triana
3 de febrero de 2013: “The Lady of Shalott” de Loreena McKennitt (y “It’s a long way to the top (if you wanna rock'n'roll)” de AC/DC)
27 de enero de 2013: “A man I’ll never be” de Boston
20 de enero de 2013: “Moonglow” de Lionel Hampton
13 de enero de 2013: “Cellokonzert Nr. 1 in C-Dur – Adagio” de Joseph Haydn
6 de enero de 2013: “Wand’rin’ star” de Lee Marvin
30 de diciembre de 2012: “Beautiful star” de Paul Winter
23 de diciembre de 2012: “The last of the melting snow” de The Leisure Society
16 de diciembre de 2012: “Shine on you crazy diamond (parts 1-5)” de Pink Floyd
9 de diciembre de 2012: “God only knows” de los Beach Boys
2 de diciembre de 2012: “Stardust” de Nat King Cole
25 de noviembre de 2012: “Coming home” de Sean Harkness
18 de noviembre de 2012: “Symphony in blue” de Kate Bush
11 de noviembre de 2012: “Baby elephant walk” de Henry Mancini
4 de noviembre de 2012: “Duo des fleurs” de Léo Delibes (dos versiones, la original y la adaptación para la película The hunger)
28 de octubre de 2012: “Let’s face the music and dance” de Diana Krall
21 de octubre de 2012: “River man” de Nick Drake
14 de octubre de 2012: “She has no time” de Keane
7 de octubre de 2012: “Love’s in need of love today” de Stevie Wonder
30 de septiembre de 2012: “Concerto op. 9 no. 2 – Adagio” de Tomaso Albinoni
23 de septiembre de 2012: “Tender” de Blur
16 de septiembre de 2012: “Freeway” de Chris Rea
9 de septiembre de 2012: “Cantaloupe Island” de Herbie Hancock (y “Cantaloop (Flip fantasia)” de Us3)
2 de septiembre de 2012: “Mr. Blue Sky” de la Electric Light Orchestra (más “Always look on the bright side of life” de Monty Python y “Melancholy in disguise” de Svetozar Gligorić)
26 de agosto de 2012: “Escenas olvidadas” de Golpes Bajos (y “Tendré que salir algún día” de Golpes Bajos)
19 de agosto de 2012: “Nocturne no. 1” de Frédéric Chopin
12 de agosto de 2012: “Dream a little dream of me” de The Mamas and the Papas
5 de agosto de 2012: “Man in a suitcase / Canary in a coalmine” de The Police
29 de julio de 2012: “Everybody’s got to learn sometime” de The Korgis
22 de julio de 2012: “Harlem nocturne” de Illinois Jacquet
15 de julio de 2012: “Under my thumb” de los Rolling Stones
8 de julio de 2012: “And you and I” de Yes
1 de julio de 2012: “Kalimanku Denku” de El Misterio de las Voces Búlgaras (y versión instrumental de Philip Catherine)
24 de junio de 2012: “In your light” de Jon Allen
17 de junio de 2012: “Nightswimming” de R.E.M.
10 de junio de 2012: “Wake up” de Arcade Fire
3 de junio de 2012: “Recuerdos de la Alhambra” de Francisco Tárrega
27 de mayo de 2012: “Alone again (Naturally)” de Gilbert O’Sullivan
20 de mayo de 2012: “The lark ascending” de Ralph Vaughan Williams
13 de mayo de 2012: “Riders on the storm” de los Doors
6 de mayo de 2012: “Sophisticated lady” de Duke Ellington (y “Mood indigo” de Johnny Hodges and His Orchestra)
29 de abril de 2012: “Helplessness blues” de Fleet Foxes
22 de abril de 2012: “One more kiss, dear” de Vangelis
15 de abril de 2012: “Breathless” de Camel (y “Long goodbyes” de Camel)
8 de abril de 2012: “Hurt” de Johnny Cash (y vídeo de la canción)
1 de abril de 2012: “Miserere mei, Deus” de Gregorio Allegri (dos versiones, contemporánea y al estilo antiguo)
25 de marzo de 2012: “Aguas de março” de Stan Getz y João Gilberto
18 de marzo de 2012: “Scarborough fair / Canticle” de Simon & Garfunkel
11 de marzo de 2012: “Under the bridge” de Red Hot Chili Peppers
4 de marzo de 2012: “The captain of her heart” de Double
26 de febrero de 2012: “A smooth one” de Benny Goodman y Charlie Christian (y “Seven come eleven” de Benny Goodman y Charlie Christian)
19 de febrero de 2012: “Send in the clowns” de Barbra Streisand
12 de febrero de 2012: “Matte Kudasai” de King Crimson
5 de febrero de 2012: “Première arabesque” de Claude Debussy
29 de enero de 2012: “Jesus, etc.” de Wilco
22 de enero de 2012: “The hawk” de Mark Isham
15 de enero de 2012: “Fake plastic trees” de Radiohead
8 de enero de 2012: “Let’s do it” de Louis Armstrong
1 de enero de 2012: “Intermezzo della Cavalleria Rusticana” de Pietro Mascagni
25 de diciembre de 2011: “How can I?” de Steve Hackett
18 de diciembre de 2011: “In my life” de los Beatles