Tan seguro como que a la noche sigue el día, en esta tierra mía está a punto de armarse la de Dios es Cristo.
No alcanza la memoria para recordar la última vez que llovió por aquí en condiciones. Los campos están tan resecos y cuarteados que los ratones juegan al pilla pilla por las grietas, y hasta el césped artificial de las rotondas se ha marchitado. Pero octubre se acerca, y la olla lleva hirviendo el verano entero para que el mar sude y resude sus miasmas. Es como si el cielo se hubiera pegado un atracón a fabada y una flatulencia bestial estuviera gestándose en sus estratosféricas tripas.
El Diluvio está al caer.
Pero como a todo hay quien gane, en Kenia hay regiones donde la lluvia es un suceso tan extraordinario que algunos niños jamás la han visto. Hasta allí viajaremos de la mano (y el nyatiti, una lira autóctona de ocho cuerdas) de Ayub Ogada, uno de los selectos artistas africanos que Peter Gabriel reivindicó en los noventa a través de su sello Real World Records. “Kothbiro” actualiza una melodía tradicional con la que los ancianos de estas latitudes han alertado a sus pequeños durante generaciones. Porque la lluvia es una visitante misteriosa que llega de improviso, y a veces está hambrienta. Tan hambrienta que puede que devore cuanto encuentre a su paso.
En Occidente también tenemos nuestros hechiceros para estos menesteres, solo que nosotros los llamamos “meteorólogos” y estudian fotos de los satélites en vez de observar el vuelo de los pájaros. Ya veréis que poco les falta para empezar a machacarnos con su mantra favorito (“gota fría”), que viene a hacer el papel del mencionado “kothbiro”. Más allá de eso me huelo que su habilidad predictiva no es sustancialmente superior a la de sus venerables predecesores keniatas, y si no, al tiempo.
Kothbiro / Ayub Ogada
Kothbiro / Ayub Ogada letra y traducción