Morozevich-Vachier-Lagrave, Biel 2009, y Svidler-Morozevich, Sochi 2012

Pregunta: ¿Y qué hacemos si existen dos partidas del ajedrecista del día tan excitantes y surrealistas que, de no ser por la irrefutable evidencia en contra, juraríamos que están amañadas o inventadas? Respuesta: Hombre, la primera regla del blog es “una por entrada”, pero el talibanismo es censurable en todos los órdenes de la vida. P.: ¿Incluso si alguna de ellas está lastrada por graves errores en una y otra portería? R.: Hum, eso sí que no me gusta un pelo. Tendría que ocurrir, no sé, que fueran justo los fallos lo que aportaran ese picante tan especial, un poco al estilo de lo que pasó aquí, pero no lo veo. ¿Varios errores graves, me dices? P.: Hay un problemilla más: el jugador homenajeado tan solo suma medio punto en el total de las dos partidas. R.: ¡Pues quién diantres es ese tipo! ¿Es que tiene bula papal, o algo así?

Por supuesto que la tiene, porque si Alexander Morozevich (1977-, Moscú) no existiera habría que inventarlo, tal es su carisma dentro y fuera del tablero. Morozevich es un personaje enigmático donde los haya, que hace un siglo hubiera podido pasar, con su porte aristocrático y un punto saturnino, por un ruso blanco exiliado tras la Revolución de Octubre. En los torneos apenas se relaciona con el resto de jugadores, y guarda un mutismo tan absoluto sobre su vida privada que durante años circuló un delirante rumor que lo relacionaba sentimentalmente ¡con una de las Spice Girls!

…si el empate con Svidler tiene la perfección imposible y fabulosa de un unicornio, su derrota frente a Vachier-Lagrave es un sapo verrugoso

Y lo mejor de todo es que su ajedrez es justo lo cabría esperar de un individuo tan extraordinario: brillante, a veces descabellado, impredecible. Tan pronto te lo encuentras en el número 2 del ranking como derrumbado en el 50; tan capaz de ganarse el puesto para los torneos-campeonatos del mundo de San Luis y México, conquistar Biel tres veces y el título de su país otras dos (amén de incontables medallas con la selección rusa), como de irse a entrenar a una jugadora catarí y amagar con retirarse tras una racha de malos resultados; tan excelso jugador de partidas rápidas y a la ciega (triple ganador del torneo Amber) como proclive a marrar magníficas creaciones en los apuros de tiempo. Lo dicho: si este Bronstein (¿o tal vez Nimzowitsch?) reencarnado no existiera, habría que inventarlo.

Pero a cada uno lo suyo. Parte no pequeña del mérito de lo que vais a vivir a continuación hay que concedérsela a los oponentes de Morozevich. Peter Svidler es uno de los actuales pesos pesados del circuito; también disputó los mundiales de San Luis y México (donde quedó subcampeón) y luce en su palmarés una cifra récord de 7 campeonatos rusos, amén de la Copa del Mundo de 2011 y 5 oros olímpicos. El francés Maxime Vachier-Lagrave había estrenado apenas la mayoría de edad cuando se disputó la partida de Biel 2009 (torneo que ganó, al igual que el campeonato mundial juvenil de esa temporada), pero ya era por entonces un curtido gran maestro: ¡consiguió el título a los catorce! Su paso por la universidad, tras graduarse en Matemáticas, ha ralentizado un tanto su progresión, pero está llamado a copar primeras planas en el inmediato futuro junto a los Carlsen, Caruana, Karjakin y compañía.

No les quitaremos mérito, de acuerdo, pero tened muy claro que sin la magia de Alexander Morozevich difícilmente se habrían hecho realidad semejantes partidas. Porque si el empate con Svidler tiene la perfección imposible y fabulosa de un unicornio, su derrota frente a Vachier-Lagrave es un sapo verrugoso. O más bien es una frágil y nívea princesa a la que una torre malvada e inmortal transforma en sapo; y cuando el hechizo se deshace resulta que la doncella ha mutado, ay, en una robusta amazona de obsidiana.

Morozevich-Vachier-Lagrave, Biel 2009
Svidler-Morozevich, Sochi 2012

Más partidas memorables de Alexander Morozevich:

Morozevich-Bologan (Sochi 2004), Morozevich-Alekseev (Sochi 2004) y Sokolov-Morozevich (Wijk aan Zee 2005).

2 comentarios sobre “Morozevich-Vachier-Lagrave, Biel 2009, y Svidler-Morozevich, Sochi 2012

    • Música y ajedrez de diez Autor del artículoContestar

      Morozevich en su salsa y esta vez con final feliz, vaya caballito… ¡Fantástico aporte, muchas gracias!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *