Por si teníais curiosidad: el ajedrecista que más dinero recaudó el año pasado fue el campeón del mundo Magnus Carlsen, aproximadamente unos 1.6 millones de euros brutos. No son moco de pavo, pero quedan lejos de las ganancias de Floyd Mayweather (79 millones), Cristiano Ronaldo (60 millones) o LeBron James (54 millones). Los ingresos del décimo de la lista, el ruso Peter Svidler, caen ya a los 280000 euros. También dan para pagar desahogadamente las facturas, aunque no olvidemos que en los eventos importantes los jugadores de élite siempre cuentan con ayudantes, que por lo general no se alimentan del aire. En todo caso hablamos de una minoría de privilegiados, los que consiguen invitaciones a prestigiosos torneos cerrados como Wijk aan Zee, Dortmund o el Memorial Tal y disputan las eliminatorias al título. El resto, es decir, prácticamente todos los ajedrecistas profesionales del mundo, se juegan las habichuelas en sanguinarios torneos open y complementan con clases particulares, colaboraciones en revistas especializadas, o lo que se presente. Así pues, padres, que no os mareen con eso de que el ajedrez es una actividad la mar de formativa para los niños: si al crío le regalan en su comunión un balón y un tablero, ya sabéis qué es lo que hay que esconder en lo más alto del armario.
Y si a pesar de vuestros esfuerzos el chaval le coge capricho al juego, a ver si al menos lo convencéis de que se centre en componer estudios; como esto no le ha dado jamás un duro a nadie, así lo obligáis a que el día de mañana se busque un trabajo como Dios manda. La perorata cínica viene a cuento de un hilo titulado “What happened to Mikhail A. Zinar?” (“¿Qué ocurrió a Mikhail A. Zinar?”), que estuvo activo en el foro MatPlus.net en el verano de 2007 y que releí el otro día. Este Zinar es un compositor ucraniano muy prestigioso que súbita y misteriosamente dejó de publicar en 1990. Tampoco contestaba al correo, y lo último que se sabía a ciencia cierta de él es que había vendido su valiosa colección de libros al club de ajedrez de Odesa en 2000, fecha en la que la prensa local dio cuenta de su prematuro fallecimiento.
Por suerte, lo prematuro había sido el anuncio de su deceso: a raíz de lo de MatPlus nos enteramos de que seguía viviendo en su Gvozdavka natal, una aldea ubicada 250 kilómetros al norte de Odesa. Tras el colapso de la URSS y la galopante inflación subsiguiente no había tenido más remedio que marcharse de Feodosia, donde dirigía un club de ajedrez, para hacerse cargo de la granja familiar. Aunque complementaba sus ingresos dando clases de agricultura y educación física en el instituto, la renta era tan escasa que apenas daba para pagar el franqueo de la correspondencia. ¿Acaso valía la pena componer en condiciones así?
Enseguida comprobaréis lo mucho que vale la pena el trabajo de Zinar. Podríamos describirlo como el sucesor y heredero natural de Nikolai Grigoriev, ya que se especializó en estudios de peones, y hay quien lo considera su superior, porque a la ligereza clásica de las miniaturas del moscovita opone una profundidad de visión y hasta un anhelo por la paradoja que nunca habríamos sospechado posibles en tales finales. El estudio de hoy, que Shakhmaty v SSSR recompensó con un premio especial en 1977, da fe de ello. Parte de una posición más que plausible, se desborda en el espacio (hay acción por todos lados del tablero) y en el tiempo (ronda los cuarenta movimientos), y esconde sutilezas a cada vuelta de la esquina. Todo esto cien por cien sin colorantes, ya que no hay promociones intermedias que violenten el flujo pausado del juego.
Resalto lo de “intermedias” porque es obvio que (salvo contadísimas excepciones) un final de peones solo puede ganarse si se promociona alguno de ellos. La diversión se incrementa considerablemente cuando lo oportuno es coronar a una pieza distinta de la dama, y más todavía si hay que repetirlo. Esto explica el singular afecto que Zinar muestra por los estudios con múltiples subpromociones, campo en el que no admite rival: ha firmado sendos trabajos con cinco subpromociones a torre, cinco subpromociones a alfil e incluso seis subpromociones a caballo (este último en colaboración con su compatriota Sergiy Didukh). He supuesto que os apetecería echarle un vistazo al más exótico de todos (el de los alfiles), así que también lo tenéis abajo. Haciendo caso omiso de la tremenda dificultad que entrañan, algunos picajosos detestan este tipo de composiciones y las consideran meras atracciones de feria, tan rígidas y artificiales como el monstruo de Frankestein. Los mismos, supongo, que si aterrizaran en Marte protestarían por la falta de arbolado en el paisaje.
Estudio de M. Zinar, Shakhmaty v SSSR 1977
Estudio de M. Zinar, Achalgazdra Kommunisti 1983
Thèmes 64 1978 (blancas ganan, tres peones contra tres), Shakhmaty v SSSR 1980 (blancas ganan) y Komsomolskaja Znamja 1982 (blancas ganan).
Monstruoso.