La música: “God only knows” de The Beach Boys
En aquellos tiempos, o al menos eso asegura el Génesis, los hombres decidieron construir una ciudad y una torre cuya cúspide llegara al cielo, a fin de meterse todos dentro y no tener que dispersarse por la faz de la Tierra. Por alguna razón a Yahvé, cuyo irascible carácter era temido con razón (los campos aún seguían húmedos por lo del Diluvio, como aquel que dice), ese proyecto de megarrascacielos no le hizo ninguna gracia y decidió abortarlo. Aunque esta vez, menos tronante que de costumbre, y para alegría de futuras academias de idiomas y ciertos políticos nacionalistas, se conformó con hacerles hablar de repente un montón de lenguas distintas y así, incapaces de entenderse y aguantarse unos a otros, terminaron marchándose cada uno por su lado.
A mediados de los sesenta Brian Wilson, un joven músico, bajito y con tendencia a coger kilos, también intentó tocar el cielo con la punta de los cielos. Los resultados, una vez más, fueron funestos; esta es su historia.
Si es música y hablamos de los sesenta, los Beatles no pueden andar muy lejos. En diciembre de 1965, fecha de publicación de Rubber Soul, eran ya un fenómeno de masas a nivel mundial, pero en términos de puro impacto artístico Bob Dylan era todavía su superior. Rubber Soul cambió eso. Sin renunciar a sus esencias pop, el álbum mostraba a un grupo mucho más profundo y ambicioso. Era un trabajo compacto, sin grasa, que abría frentes tan distintos, pero tan consistentemente brillantes, como “Norwegian wood”, “You won’t see me”, “Nowhere man”, “Michelle” o, por supuesto, “In my life”.
Cuando escuchó el disco, Wilson quedó entusiasmado y dijo a su esposa: “¡Marilyn, voy a hacer el álbum más grande de todos! ¡El álbum de rock más grande que jamás se ha hecho!”. Brian Wilson, líder y principal compositor de los Beach Boys, era un tipo singular. Delicado de los nervios, digámoslo así. El año anterior, tras un ataque de ansiedad durante una gira, había anunciado su retirada de los escenarios para concentrarse en el trabajo en estudio. Esos días los chicos andaban de tournée por Japón y a la vuelta, asombrados, se encontraron con que Wilson, con ayuda de algunos músicos de estudio muy competentes y el letrista Tony Asher, tenía el disco casi finiquitado. “Asombrados” es una forma suave de decirlo, porque los vanguardistas arreglos instrumentales y la ambición lírica que proponía planteaban una ruptura radical con la fórmula “chicas guapas, coches caros y playas soleadas” que tan bien les había funcionado hasta entonces. Pet sounds, que así se llamó el disco, tampoco entusiasmó al público, para frustación de Wilson, aunque hoy en día se reconoce unánimemente como una obra maestra.
El caso es que ni el propio Wilson (abajo a la derecha en la foto de arriba) estaba satisfecho del todo; ambicionaba más. El primer fruto de Smile, su nuevo proyecto, fue el sencillo “Good vibrations”, al que Wilson describía como una “sinfonía de bolsillo”. Ahora sí, la canción prendió fuego a las listas de éxitos a ambos lados del Atlántico y se convirtió en el mayor triunfo de la carrera de los Beach Boys.
Cualquiera metía ya en vereda a Brian. Pero las apuestas estaban demasiado altas y la máquina, poco a poco, se gripó. Wilson empezó a abusar de las drogas y los demás miembros de la banda, en especial Mike Love, se volvieron francamente refractarios a sus propuestas. Y fue entonces cuando sus grandes rivales de Liverpool, a los que Pet sounds sí había causado una honda impresión, le dieron la estocada definitiva. Un día, mientras conducia, Wilson escuchó el nuevo single de los Beatles, “Strawberry fields forever”, anticipo del álbum que estaban preparando. Detuvo el coche en la cuneta y, sacudiendo la cabeza, dijo a su acompañante: “Eso es lo que yo aspiraba a hacer con Smile; ellos lo han hecho ya”. Tras unos meses de retrasos, anuncios y desmentidos, y con medio millón de portadas ya impresas, un portavoz del grupo aunciaba oficialmente la cancelación del proyecto el 6 de mayo de 1967. Pocas semanas más tarde los Beatles sacaban al mercado su Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band y, como Wilson había presentido, cambiaban para siempre la historia de la música.
Brian Wilson se hundió en un abismo de bulimia, estupefacientes y neurosis del que tardaría décadas en salir. La historia, no obstante, tiene final feliz porque en 2004 regresó al lugar del crimen y, sorprendiendo a propios y extraños, publicó Brian Wilson presents Smile, que dejaba así de ser el no-disco más célebre de todos los tiempos. ¿Las conclusiones? Pues más o menos las lógicas, es decir: un gran trabajo, casi excelente, pero no de la talla de Sgt. Peppers o ni siquiera Pet sounds. Al menos consiguió exorcizar un buen puñado de demonios, que no es poca cosa.
Y a todo esto veo que, como casi siempre, llevo un rato escribiendo y aún no he dicho una palabra de la canción de hoy. La escogida, inevitablemente, ha de ser “God only knows”, la joya entre las joyas de Pet sounds. No os despistéis con la letra, porque dice una de las cosas más certeras, y más hermosas, que yo he oído sobre el amor. Por lo demás, es la canción favorita de Paul McCartney (no del álbum, su canción favorita en general); con bastante menos aval los bancos te concedían hace nada una hipoteca…
God only knows / The Beach Boys
God only knows / The Beach Boys letra y traducción
Puede que la etapa surfera de los Beach Boys tenga algún interés, pero yo no se lo veo (salvo excepciones como la gran The warmth of the sun, aunque claro, esta canción no es nada surfera). Y menos interés todavía me despiertan sus descafeinados trabajos tras el colapso nervioso de Brian Wilson. Esto nos reduce sobremanera el margen de maniobra, aunque siempre nos quedará Pet Sounds: su canción final, Caroline, no, es otra de mis predilectas.
Cuando mencionaba la sorpresa que produjo Brian Wilson presents Smile pensaba más en la propia aparición del disco que en su música, porque desde tiempo inmemorial habían circulado copias piratas de algunos temas y había sido Wilson, precisamente, el que se había negado a que vieran la luz en condiciones. El año pasado, por fin, se levantó la veda y se publicaron oficialmente aquellas fragmentarias grabaciones sesenteras (las de Brian Wilson presents Smile son completamente nuevas y sin participación de ningún otro miembro del grupo). A destacar entre ellas Our prayer, un breve tema a capella que deja perfectamente claro, por si hacía alguna falta, que en cuestión de armonías vocales no ha habido quien les tosa a los Beach Boys.
No se si habéis leído a Gilbert K. Chesterton, en especial sus relatos del padre Brown. ¿No? Muy mal hecho. Están fenomenalmente escritos, son muy entretenidos y rebosan inteligencia. Chesterton tenía el don de conducir sus argumentos, mediante una lógica estricta, a las paradojas más deslumbrantes; a este respecto solo el mejor Lewis Carroll puede mirarlo a los ojos.
Esta semana me ha venido Chesterton a la mente mientras repasaba los estudios de Leonid Ivanovich Kubbel (1892-1942), otro de los supergrandes de la composición ajedrecista. Vale también la comparación, esta vez por contraste, con su contemporáneo Rinck. Los trabajos de ambos se distinguen por su incisiva claridad, pero mientras en Rinck percibimos casi una suerte de fatalismo, la voluntad de exprimir una idea hasta su inevitable conclusión, en las mejores producciones de Kubbel hay una idea, sí, pero es solo al final cuando la comprendes, y suele ser radicalmente diferente a la que las jugadas previas sugieren.
Si buscáis estudios de Kubbel en libros o bases de datos no os confundáis on su nombre, a veces escrito “Karl Artur Leonid”. Kubbel, de ascendiente germano-báltico, lo rusificó tras la Revolución de 1917. Hay riesgo extra de liarse porque tuvo otros dos hermanos también compositores, aunque de menor rango, Arvid y Yevgeny. Leonid y Yevgeny murieron de hambre durante el asedio de Leningrado. El mayor, Arvid, no tuvo tanta “suerte”; tras cometer el espantoso crimen de envíar sus trabajos a la prensa “burguesa” occidental, fue encerrado en un gulag, donde enfermó y murió en 1938. O al menos eso dice la Wikipedia, porque en su Oxford companion to chess Hooper y Whyld afirman que fue ejecutado directamente por la policía secreta. En cualquier caso, así se las gastaban los esbirros de ese psicópata superlativo al que apodaban Stalin.
Estudio de L. Kubbel, 150 Endspielstudien 1925
He seleccionado el estudio de 150 Endspielstudien porque creo que ilumina con especial nitidez esa componente paradójica del arte de Kubbel en la que incidí antes. Su trabajo más conocido es tal vez el que publicó en Shakhmatny Listok en 1922, y no por casualidad: el negro intenta coronar un peón de torre, el blanco hace todo lo que puede para impedirlo pero al final el peón llega a puerto. Y entonces, de repente, es mate en el otro lado del tablero.
A Kubbel también le gustaba mucho rematar sus estudios con sorpresivos ahogados. La posición final de uno que compuso en colaboración con Herbstman en 1937 y que recibió el primer premio en un torneo que organizó el Club Central de Ajedrez de Leningrado en honor a Troitzky, es difícil de olvidar: una cruz que tiene por tronco tres caballos negros y cuyos brazos son ambos reyes.
Mi última recomendación, en Shakhmaty v SSSR, 1936, también tiene que ver con el gran Troitzky; Kubbel explota una idea de este para dar mate con un solitario alfil hasta extremos indecibles.
Siento decirte que la persona que aparece más a la izquierda de la foto de los Beach Boys es Carl Wilson,y que Brian Wilson ni siquiera aparece en esa foto.
De izquierda a derecha son:Carl Wilson,Bruce Johnston,Mike Love,Al Jardine y Dennis Wilson.
¡Qué sofoco, tienes toda la razón del mundo! Ya he cambiado la foto por otra más adecuada. De arriba a abajo, y de izquierda a derecha: Dennis Wilson, Al Jardine, Mike Love, Bruce Johnston, Carl Wilson y Brian Wilson. Valga como excusa, aunque sea barata, que Carl y Brian eran clavaditos…
¡Muchas gracias por el apunte!