Bronstein-Alexander, Hastings 1954

En la Unión Soviética, como es de sobra conocido, si un ajedrecista se movía lo más mínimo no salía en la foto. Lo de “no salía” vale en el sentido más literal de la expresión, porque con independencia de sus galones (las penurias de Korchnoi, Tal y Bronstein ya se han comentado aquí) podía pasarse larguísimas temporadas sin competir allende el Muro de Berlín. Lo que probablemente no sepáis es que hubo un jugador occidental vetado por su gobierno para viajar al Este de Europa, aunque esta vez por razones bien distintas: su seguridad personal hubiera estado más que comprometida.

El afectado por tan insólita medida fue el británico y medio irlandés Conel Hugh O’Donel (Hugh para los amigos) Alexander. Nacido en 1909 en Cork (Irlanda) y graduado con honores en Matemáticas por la Universidad de Cambridge, fue, junto con Alan Turing, Gordon Welchman y otro ajedrecista, Stuart Milner-Barry, uno de los cuatro legendarios “tíos malvados de Bletchley Park”, los miembros fundadores del equipo de criptoanalistas que craqueó la máquina Enigma alemana en la Segunda Guerra Mundial. Tras un breve paso por el mundo de los negocios, en 1946 se reincorporó a los servicios de inteligencia como director del GCHQ, donde permaneció hasta su jubilación en 1971. La NSA norteamericana intentó ficharle entonces, pero la considerable tensión a la que se había sometido tantos años de su vida pasó factura a su salud y falleció apenas tres años más tarde.

Lo anterior da de sobra para rellenar vida o vida y media, pero Alexander se las arregló para compaginarlo con una carrera ajedrecista de cierta sustancia, no por nada se le se le considera el mejor jugador inglés entre 1938 y 1956, años ambos en los que conquistó el campeonato británico. Es una lástima (relativa, por supuesto, cambiar el curso de una guerra no es exactamente perder el tiempo) que buena parte de los cuarenta, los que por lógica hubieran debido ser sus días de apogeo, estuviese alejado de los tableros, y que sus peculiares circunstancias le permitiesen competir poco en el extranjero; sin duda tenía madera de jugador grande. Aun así, consiguió el título de maestro internacional en 1950 (también el de maestro internacional por correspondencia en 1970) y participó con su país en todas las olimpiadas desde 1933 hasta 1958 (salvo Dubrovnik 1950, Helsinki 1952 y Moscú 1956, por razones obvias). Sus dos triunfos más memorables fueron Hastings 1946/47 y muy especialmente Hastings 1953/54, donde compartió el primer puesto con Bronstein, y así llegamos a la partida de hoy; la foto de abajo se sacó tras la jugada 13 de las negras.

Bronstein y Alexander la disputaron en la antepenúltima ronda del torneo y tuvo una importancia capital en su desenlace (y más allá; Bronstein fue severamente reprendido cuando regresó a “casa” y sufrió un recorte en su salario). Es un duelo monumental, que se prolongó durante tres días y que llevó el ajedrez por primera, y sin duda única vez, a las portadas de los tabloides británicos. En los sucesivos aplazamientos la delegación soviética hizo lo posible y lo imposible por salvar el duelo, pero Alexander exhibió una destreza táctica y un saber estar estratégico sencillamente inmaculados.

¿Recordáis la anécdota de “cualquier escolar ruso sabe…”? Fue solo cuatro años después de esto, y ahora entendéis por qué Bronstein estaba tan escocido. A ver si es que el profesor que enseñaba los finales de dama en aquellos idílicos colegios era algún inútil enchufado del Partido, porque un amateur como Alexander le da sopas con honda al mismísimo subcampeón mundial.

Bronstein-Alexander, Hastings 1954

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